sábado, setiembre 29, 2007

Una taza de café

Esa tarde llegó cansada y sin ganas de nada más que de beber una buena taza de café. Se sacó los zapatos y en busca de comodidad llevo puesta todo el resto del dia un polo que le llegaba hasta el muslo. Preparó su mágica bebida mientras se arreglaba el largo cabello y sus pies descalsos jugaban entre ellos.
El aroma del café invadió rapida y completamente todo el lugar, la poca luz de una lámpara ubicada en una tranquila esquina y la melodía de una canción que nunca aprendió se unían para formar un ambiente de recuerdos, de nostalgias.
Sin darse cuenta su mirada se fijó en un empolvado estante de libros, no era momento para leer. sin embargo no siguió observando lo que contenía el estante, esperando descubrir algo nuevo hasta que dió con un album de fotos. Dudó por un instante, pero se levantó de su mueble y cogió como un tesoro aquella colección gráfica de sus recuerdos. De qué epoca sería se preguntaba intentando adivinar antes de abrirlo.
El viaje y la fiesta de promo, las actuaciones y los cumples de la época del cole; los compañeros, los amigos, los afanes; las alegrías y las penas; los cursos aprobados y los jalados; los profesores de verdad y los que pasaban las horas. Todo lo recordó como si el día anterior hubiera salido del colegio. Cada rostro que vió, cada sonrisa se convirtió en una lágrima de añoranza.
Horas pasaron y su café se acabó antes de que se diera cuenta. Cerró el album y se fue a su habitación esperando descanzar, esperando soñar.
Y soñó. Soñó que llegaba al colegio con su uniforme, sorprendida porque aún le quedaba, porque aún lo tenía. Saludo a todo el que veía y entre todos sus compañeros buscaba a uno solo. Sin ser muy evidente recorrió todo el patio queriendo verlo, pero era hora de entrar a las aulas en algo así como una clase maestra para recordar todo. Subió hasta el tercer piso donde estudió el último año y se sentó cerca a la puerta de vidrio como antes. Ahí podía ver hacia las escaleras y todo el que pasaba por los pasadizos. De los 70 que terminaron dividos en dos secciones solo faltaron 5: 2 viven en el extranjero, 1 en Lima y otro en el interior del país. Nadie sabía de Javier, solo esperaban que llegue después del receso y fue así que agitado y cansado llegó interrumpiendo la segunda parte de la clase del recuerdo. Llevaba una cabellera larga, la cual arreglaba sin mucho cuidado mientras se disculpaba.
Al sentarse la miró y con una leve sonrisa la saludo. Por fin, ahí estaba, quería abrazarlo, saber de él, quererlo otra vez hasta que se despertó de golpe. Eran las 4.15 y unas ganas extrañas de caminar la invadieron. Se levantó y fue hacia su cocina, esta vez en busca de un vaso con agua mientras recordaba su sueño, mientras la imagen de él venia a su mente.
Lo había visto hace menos de un mes, cuando llegó a preguntar por unos papeles en la oficina donde ella trabaja. Se reconocieron de inmediato y se fundieron en un abrazo largo, o por lo menos así lo recordaba ella. Conversaron poco e intercambiaron mails y números de teléfono para poder ponerse en contacto y recuperar el tiempo perdido, aunque 7 años de caminar en distintas rutas no son fáciles de contar. Sin embargo el tiempo pasó y ella no recordó ese hecho hasta esa noche. No se atrevió a llamar en la madrugada y se fue a acostar con la intensión de hacerlo a la mañana siguiente. En el poco tiempo que le quedó para descansar no soñó, simplemente recordó los momentos que pasó con él, algunos besos y los planes que como adolescentes llegaron a ilusionarlos.
Su reloj marcaba las 9 y 24. Su jefe no se encontraba y su comisión estaba completa. No había nada que hacer y sin pensarlo tomó su celular y marcó el número que había apuntado en su agenda. Timbró un par de veces hasta que una voz un poco somnolienta le contesto, quizas hasta resaqueada, sin embargo no tardó en reconocerla y en alegrarse por la llamada. Quedaron en verse esa misma tarde. Colgó el teléfono e inmediatamente llamó para cancelar su cita en el dentista. Salió de la oficina pensando en lo que podía vestir para verse natural.
Él no tardó en llegar, tenía un aire de despreocupado que a ella le llamó la atención. Ninguno cambió mucho desde el tiempo escolar por eso es que hablaron con naturalidad, y entre risas y carcajadas terminaron en el departamento de ella tomándo una taza de café, revisando las fotos y volviendo a vivir todo lo que dejaron en stop en un momento.
Un abrazo, se convirtió en un beso, y este en caricias y en un abrir y cerrar de ojos estaban haciendo el amor como dos primerizos quinciañeros. Los nervios, el miedo de herirse, de que eso termine pronto, de amanecer y seguir cada uno con sus vidas se vió opacado por el verdadero deseo de ser uno, de conocerse y amarse otra vez.
Ya era de día y cada uno tenía cosas que hacer, quedaron en volverse a ver, de intentar todo de nuevo y así fue Por un mes se visitaron, se llamaron y escribieron hasta de nuevo empezar a distanciarse. Las ocupaciones de cada uno, los viajes por el trabajo de él hicieron que las visitas sean cada vez más esporádicas, aunque ella nunca dejó de llamar. Quizás en un intento de lucha por no perder lo que ya había perdido.
No lo llamó por una semana y en el 7mo día no aguantó, no le importó la hora , simplemente lo hizo. Escucho una voz delicada, era una mujer que al parecer intentaba callar a un bebe que no dejaba de llorar. No supo que hacer más que colgar. Miles de respuestas pasaban por su cabeza, no quería sacar conclusiones. Quién era, por qué contestó.
Ella tuvo que viajar inesperadamente a otra sucursal de su trabajo y dejó todo nuevamente en stop. A los dos años regresó definitivamente y como quien no quiere la cosa decidió llamarlo, esta vez si contestó él y hecha un mar de lágrimas le preguntó por la verdad.
Él se casó a los 3 años de terminar la secundaria, llegó a terminar su carrera pero ya tenía un hijo. En el momento que se encontraron él y su esposa estaban en problemas hasta que se enteraron que su segundo hijo iba a nacer. No pudó decirle antes lo que realmente pasaba, simplemente decidió vivir el momento y nunca terminar con su historia de amor.
Pero para ella las cosas no eran así y esa noche al finalizar su llamada también dejó atras las ilusiones, los cuentos de hadas y con lágrimas selló esa época de su vida con el solo recuerdo de que cada final es el comienzo de una nueva historia. Y eso merecía una buena taza de café.