lunes, junio 18, 2007

Elizabeth, la madre. Isabel, la hija.

"Me hubiera gustado casarme con un militar" le dijiste sin saber que ella había tenido ese plan unos años antes.
Las dos caminaban por las tiendas comerciales. Una imaginándose ser la dueña de los escaparates. La otra odiando el consumismo pero a la vez amando el estar al lado de esa persona tan maravillosa que tenía como madre.
Elizabeth, una señora de 47 años, a los 22 se casó con Ricardo. Él es, porque aún vive, un hombre recio y de principios justos. Se conocieron en la universidad cuando ella estaba en un proceso de recuperación, pues su gran amor la había dejado por una colegiala. Tuvieron una boda simple de la cual tienen muchos recuerdos, la mayoría de ellos regalos que nunca han usado y guardan en algún baúl de su casa. De esa unión nació Isabel y Marcos.
En esta ocasión solo habalremos de ellas. Isabel de 20 años acompaña, siempre que puede, a su madre cuando decide ir de compras. Entre salida y salida la una va conociendo más sobre la otra sin llegar a contarse los más íntimos secretos se convierten en amigas inseparables capaces de solucionarse los problemas.
"Con un militar" quedó en tu pensamiento el eco de esas palabras. Le querías contar que en un momento, aún en el colegio, tú estabas decidida a seguir a un hombre por los rincones del país, pero no pudiste. Ella te revelo un secreto de su caja de pandora que tu padre nunca conocería pero tú no eras capaz de abrirte un momento y confesarle tus sentimientos aunque ya no existan.
Isabel nunca tuvo la madurez suficiente para separse de sus padres. Los viajes siempre le parecieron una agonía. Sin embargo por su amor de adolescente era capaz de todo y hasta el día de hoy se asombra por eso. A pesar de todos los momentos que ha pasado en casa, haciendo y deshaciendo su vida con las decisiones de sus padres nunca la han conocido del todo.
Elizabeth pasea por una y otro stand esperando que su hija encuentre algo de su agrado y se lo lleve a casa. En una de las últimas tiendas, recién ahí, se da cuenta de la expresión de desanimo que lleva Isabel en el rostro.
¿Por qué tu hija es tan distinta a ti? te preguntas con cierta duda. Sin embargo notas que ella se identifica tanto contigo, sobre todo cuando le cuentas tus historias, tus travesuras, las pasadas y las actuales y dentro de su madura inquietud te aconseja. Ella te aconseja a ti, porque no sabes muchas cosas de Isabel como para darle más que una palabra de animo cuando la vez llorando y siempre te quedas con la incertidumbre de la causa, es que sabes que ella no te dice la verdad por lo menos no toda.
Hablan de todo mientras caminan, al parecer de lo íntimo y lo superfluo de cada una. Al parecer, digo porque Isabel aunque parece revelar lo más profundo de sus sentimientos no es capaz de contar más que de sus actividades diarias.
"¿con un militar? Ya dile pues", te dices mentalmente animándote a hacer una incansable catarsis ante tu madre. "Mamá - por fin te animas a decir- me he estado comunicando con Santiago". Pero ella que sabe que siempre lo haces no se emociona mucho con la noticia. "Él ya sabe que voy a estar por la capital y hemos quedado para vernos" Esperas una reacción. Tu mamá se interesa más por el viaje que por tu posible encuentro.
Elizabeth acaba de ver la cara de desilusión de su hija, pero ya es muy tarde hizo la pregunta incorrecta y escucha los preparativos de ese viaje que ya conoce de memoria, pues como es la primera vez que Isabel se anima a viajar lo planeado todo juntas.
Tu hija quería contarte algo y tú le cambias el tema. A veces es difícil darse cuenta de lo queintentan decir las personas que nos redean, sobre todo los hijos, que se enojan o se alegran si los entendiste o no. Al final su reacción es la misma. Pero esta vez quieres que sea distinto y tienes que preguntarle algo con lo que regresen al tema de Santiago y ella con confianza te cuente lo que tanto has esperado desde que supiste que aquel joven no sería tu yerno. "Bueno, ¿y qué sabes de Santiago?" le dices esperando que sus ojos se vuelvan a iluminar.
En el 4to grado de educación secundaria Isabel había empezado una hermosa relación con un joven de su colegio. Santiago es, porque aún lo es, aplicado en los estudios, excelente atleta y músico. Pasaron dos años y al terminar el colegio él decidio ingresar a las filas militares. Isabel ya se esperaba eso pero no aceptaba que el tiempo haya pasado tan rápido y en la mejor de las oportunidades optó por dejarlo ir sin ningún lazo más que la amistad habían fortificado en el tiempo de ser enamorados.
A Santiago le dolió tener que terminar esa hermosa relación pero era por su futuro como se lo había explicado Isabel. Ella sabía que no iba poder pasar esos 5 años sin él.
El tiempo otra vez estaba avanzando rápidamente y este año terminan cada uno su carrera. Santiago con un trabajo seguro aún no sabe que ciudad o pueblo será el priemro en verlo profesionalmente. Isabel abogada de herencia más que de pasión tiene asegurada supuesto en el estudio de su padre.
"Esta bien- dices- muy animado con terminar este año, al igual que yo. Le cayó muy bien la noticia de que nos podiamos ver en poco tiempo. Hace mucho que no lo veo personalmente" hablas con soltura aunque tienes miendo de decirle mucho a tu madre. "que bueno hija" recibes como respuesta y esperas alguna frase más para empezar tu catarsis. "Es bueno que se lleven tan bien" ¡Bien! te dió el pase para seguir."Si, a mi también me parece bueno que nos comuniquemos tanto porque después de tantas cosas juntos sería injusto alejarnos".
Aún lo quieres¿no? le preguntas sabiendo la respuesta y queriéndola escuchar de sus labios. Sabes que con esa pregunta ella te dirá mucho.
Se han sentado en una juguería mientars iban conversando. Ya tienen su pedido al frente el tema sigue. Las bolsas de las compras reposan en una tercera silla queriendo escuchar más.
"¿Quererlo?Claro que lo quiero -le dice Isabel a Elizabeth- lo que no sé es si es que aún estoy enamorada de él. Sabes mamá - sigue- en algún momento le prometí acompañarlo por donde él iba, a donde lo mandaran, no me importaba. Yo iba a conseguir un trabajo en todas las ciudades por donde me llevara. Pero me dió miedo y lo dejé ir solo sin ninguan esperanza de volver"
Elizabeth, como buena madre, abraza a su hija y le seca las lágrimas que caen por su rostro. "Entonces es bueno que se vean, así sabras todo lo que realmente sientes. Además falta poco para que terminen de estudiar". Le dices de todo corazón a tu hija. No la quieres ver triste y sabes que él es un buen chico y aún la ama tanto como ella a él. "Cuentas con mi apoyo en tu decisión. Si te dije que me hubiera gustado casarme con un militar es porque es cierto, pero tu tio siempre se encargó de alejar a todos sus compañeros. Tienes más oportunidades, conoces distintos lugares y eres felíz si tú lo decides, porque esa es solo tu elección". Ahora a ti se te caé un par de lágrimas. Tu hija ha crecido ante tus ojos, ha madurado y se ha quitado todos los miedos.
Elizabeth e Isabel retornan a casa siendo más amiga y con un par de bolsas que la madre ha llenado con sus gustos.
No, no son iguales pero en esa diferencia encuentran las oportunidades para apoyarse en todo, hasta en los preparativos de la boda.

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