miércoles, junio 20, 2007

El abrazo interminable que se habían dado hizo la difencia entre él y todos aquellos con los que se acostó. En la intimidad de sus caricias le deseó lo mejor y ella se quedó sin saber que decir. Él era diferente a todos los hombres que había atendido. Alto, no muy delgado y trigueño.
Desde que entraba por aquella puerta desgastada y malatratada no dejaba de hablar de sus sueños y de preguntarle a ella por cómo estaba, qué deseaba, con qué soñanaba y todas las cosas que se le cruzaban por la mente.
Él no buscaba unicamente sexo, quería compañía, alguién con quien compartir bellos momentos. Eso era lo que le dolía a ella, pensar en algún momento que ese joven se enamoraría de ella si es que ya no lo había hecho antes.
Se despidió de él y salió corriendo sin ver lo que dejaba. Ya no olía a prostituta como todas las noches que abandonó las habitaciones de los hoteles. Tenía una sensación distinta. Algo la motivaba a correr, a dar un paso al costado, a saltar. No sabía exactamente lo que sentía ni lo que quería.
En un impulso, que nunca llegó a saber de donde vino, se paró y regresó hacia aquella habitación que presenció escenas de pasión y éxtasis. No pensaba en nada más que en volverlo a tener entre sus brazos.
Él la vió alejarse, ondear su crespa cabellera y seguir con paso firme. Y así como la vio irse la vió regresar más decidida que nunca. Su corazón latió a mil y su respiración se hizo cada vez más fuerte.
Faltando poco para llegar a él empezó a correr hasta hundirse en los brazos de aquel joven que se estaba conviertiendo en hombre. Lo abrazo como nunca antes, fueron minutos, talvez horas las que pasaron y ellos no lo notaron. Poco a poco ella se fue separando de aquel ser protector. Observó su cara, sus ojos, cada una de sus facciones para poder recordarlas por siempre. Lo volvió ha abrazar para esta vez susurrarle al oido con un tono nostálgico "no me quieras, por favor no lo hagas" y lágrimas empezaron a recorrer su desmaquillado rostro.
Él no dijo nada, no sabía que decir, cómo no la iba a querer después de tanats conversaciones, de tantas entregas, de tanta sinceridad. Cuando reaccionó para decirle que no se aleje, que siempre la iba a querer, ella se separó de su lado. Lo besó con delicadeza de amante y corrió. Corrió más rápido que cualquier otra vez.
El joven no pudo hacer más y entró a su habitación. Se recostó en su cama, la confidente de sus penas y amores, y suavemente se fue adormeciendo sin pensar en nada más que aquella prostituta a la cual pagó para amarla.
El despertador suena. Es hora de levantarse y él lo hace. Recuerda lo ocurrido, quisiera que solo hubiera sido un sueño pero sabe todo fue real. Prende el televisor como de costumbre mientras va al baño. Tragedias y más tragedias. Accidentes, matanzas, venganzas.
Prostituta es asesinada por su proxeneta al intentar abandonarlo.
Erika, como la conocian sus clientes, de 21 años fue encontrada muerta por sus compañeras cerca al local donde trabajaba. El crimen ocurrió alrededor de las 4 de la mañana. Se presume que Juan Palomino, su proxeneta, la atacó a golpes hasta matarla por que no quería perderla, pues era una de las prostitutas que le generaba más ganancia. Sus compañeras de trabajo comentan que planeaba dejar esa vida y empezar a estudiar motivada por alguno de sus clientes. Los restos de la víctima han sido llevados a la morgue central para que algún familiar los reclame.

lunes, junio 18, 2007

Elizabeth, la madre. Isabel, la hija.

"Me hubiera gustado casarme con un militar" le dijiste sin saber que ella había tenido ese plan unos años antes.
Las dos caminaban por las tiendas comerciales. Una imaginándose ser la dueña de los escaparates. La otra odiando el consumismo pero a la vez amando el estar al lado de esa persona tan maravillosa que tenía como madre.
Elizabeth, una señora de 47 años, a los 22 se casó con Ricardo. Él es, porque aún vive, un hombre recio y de principios justos. Se conocieron en la universidad cuando ella estaba en un proceso de recuperación, pues su gran amor la había dejado por una colegiala. Tuvieron una boda simple de la cual tienen muchos recuerdos, la mayoría de ellos regalos que nunca han usado y guardan en algún baúl de su casa. De esa unión nació Isabel y Marcos.
En esta ocasión solo habalremos de ellas. Isabel de 20 años acompaña, siempre que puede, a su madre cuando decide ir de compras. Entre salida y salida la una va conociendo más sobre la otra sin llegar a contarse los más íntimos secretos se convierten en amigas inseparables capaces de solucionarse los problemas.
"Con un militar" quedó en tu pensamiento el eco de esas palabras. Le querías contar que en un momento, aún en el colegio, tú estabas decidida a seguir a un hombre por los rincones del país, pero no pudiste. Ella te revelo un secreto de su caja de pandora que tu padre nunca conocería pero tú no eras capaz de abrirte un momento y confesarle tus sentimientos aunque ya no existan.
Isabel nunca tuvo la madurez suficiente para separse de sus padres. Los viajes siempre le parecieron una agonía. Sin embargo por su amor de adolescente era capaz de todo y hasta el día de hoy se asombra por eso. A pesar de todos los momentos que ha pasado en casa, haciendo y deshaciendo su vida con las decisiones de sus padres nunca la han conocido del todo.
Elizabeth pasea por una y otro stand esperando que su hija encuentre algo de su agrado y se lo lleve a casa. En una de las últimas tiendas, recién ahí, se da cuenta de la expresión de desanimo que lleva Isabel en el rostro.
¿Por qué tu hija es tan distinta a ti? te preguntas con cierta duda. Sin embargo notas que ella se identifica tanto contigo, sobre todo cuando le cuentas tus historias, tus travesuras, las pasadas y las actuales y dentro de su madura inquietud te aconseja. Ella te aconseja a ti, porque no sabes muchas cosas de Isabel como para darle más que una palabra de animo cuando la vez llorando y siempre te quedas con la incertidumbre de la causa, es que sabes que ella no te dice la verdad por lo menos no toda.
Hablan de todo mientras caminan, al parecer de lo íntimo y lo superfluo de cada una. Al parecer, digo porque Isabel aunque parece revelar lo más profundo de sus sentimientos no es capaz de contar más que de sus actividades diarias.
"¿con un militar? Ya dile pues", te dices mentalmente animándote a hacer una incansable catarsis ante tu madre. "Mamá - por fin te animas a decir- me he estado comunicando con Santiago". Pero ella que sabe que siempre lo haces no se emociona mucho con la noticia. "Él ya sabe que voy a estar por la capital y hemos quedado para vernos" Esperas una reacción. Tu mamá se interesa más por el viaje que por tu posible encuentro.
Elizabeth acaba de ver la cara de desilusión de su hija, pero ya es muy tarde hizo la pregunta incorrecta y escucha los preparativos de ese viaje que ya conoce de memoria, pues como es la primera vez que Isabel se anima a viajar lo planeado todo juntas.
Tu hija quería contarte algo y tú le cambias el tema. A veces es difícil darse cuenta de lo queintentan decir las personas que nos redean, sobre todo los hijos, que se enojan o se alegran si los entendiste o no. Al final su reacción es la misma. Pero esta vez quieres que sea distinto y tienes que preguntarle algo con lo que regresen al tema de Santiago y ella con confianza te cuente lo que tanto has esperado desde que supiste que aquel joven no sería tu yerno. "Bueno, ¿y qué sabes de Santiago?" le dices esperando que sus ojos se vuelvan a iluminar.
En el 4to grado de educación secundaria Isabel había empezado una hermosa relación con un joven de su colegio. Santiago es, porque aún lo es, aplicado en los estudios, excelente atleta y músico. Pasaron dos años y al terminar el colegio él decidio ingresar a las filas militares. Isabel ya se esperaba eso pero no aceptaba que el tiempo haya pasado tan rápido y en la mejor de las oportunidades optó por dejarlo ir sin ningún lazo más que la amistad habían fortificado en el tiempo de ser enamorados.
A Santiago le dolió tener que terminar esa hermosa relación pero era por su futuro como se lo había explicado Isabel. Ella sabía que no iba poder pasar esos 5 años sin él.
El tiempo otra vez estaba avanzando rápidamente y este año terminan cada uno su carrera. Santiago con un trabajo seguro aún no sabe que ciudad o pueblo será el priemro en verlo profesionalmente. Isabel abogada de herencia más que de pasión tiene asegurada supuesto en el estudio de su padre.
"Esta bien- dices- muy animado con terminar este año, al igual que yo. Le cayó muy bien la noticia de que nos podiamos ver en poco tiempo. Hace mucho que no lo veo personalmente" hablas con soltura aunque tienes miendo de decirle mucho a tu madre. "que bueno hija" recibes como respuesta y esperas alguna frase más para empezar tu catarsis. "Es bueno que se lleven tan bien" ¡Bien! te dió el pase para seguir."Si, a mi también me parece bueno que nos comuniquemos tanto porque después de tantas cosas juntos sería injusto alejarnos".
Aún lo quieres¿no? le preguntas sabiendo la respuesta y queriéndola escuchar de sus labios. Sabes que con esa pregunta ella te dirá mucho.
Se han sentado en una juguería mientars iban conversando. Ya tienen su pedido al frente el tema sigue. Las bolsas de las compras reposan en una tercera silla queriendo escuchar más.
"¿Quererlo?Claro que lo quiero -le dice Isabel a Elizabeth- lo que no sé es si es que aún estoy enamorada de él. Sabes mamá - sigue- en algún momento le prometí acompañarlo por donde él iba, a donde lo mandaran, no me importaba. Yo iba a conseguir un trabajo en todas las ciudades por donde me llevara. Pero me dió miedo y lo dejé ir solo sin ninguan esperanza de volver"
Elizabeth, como buena madre, abraza a su hija y le seca las lágrimas que caen por su rostro. "Entonces es bueno que se vean, así sabras todo lo que realmente sientes. Además falta poco para que terminen de estudiar". Le dices de todo corazón a tu hija. No la quieres ver triste y sabes que él es un buen chico y aún la ama tanto como ella a él. "Cuentas con mi apoyo en tu decisión. Si te dije que me hubiera gustado casarme con un militar es porque es cierto, pero tu tio siempre se encargó de alejar a todos sus compañeros. Tienes más oportunidades, conoces distintos lugares y eres felíz si tú lo decides, porque esa es solo tu elección". Ahora a ti se te caé un par de lágrimas. Tu hija ha crecido ante tus ojos, ha madurado y se ha quitado todos los miedos.
Elizabeth e Isabel retornan a casa siendo más amiga y con un par de bolsas que la madre ha llenado con sus gustos.
No, no son iguales pero en esa diferencia encuentran las oportunidades para apoyarse en todo, hasta en los preparativos de la boda.

lunes, junio 11, 2007

Sola en su cama, sola como siempre

El reloj suena anunciando la llegada del final. El aire golpea la ventana. El olor del incienso que prendió hace mucho sigue en el ambiente. Con el cigarrillo en sus labios esboza una canción de amor.
Se ha despojado de la ropa lentamente mirándose en el espejo, queriendo estar acompañada y al ritmo de una balada ha ido recostándose en su cama. Suave y melodiosamente se acaricia. Siente en la piel lo que dejó de sentir hace mucho.
Una lágrima recorre su rostro para terminar en la almohada que siempre la acompaño, la única que siempre lo ha hecho.
No finge lo que siente, no imita lo que sintió, ni siquiera lo recuerda. Mira el techo esperando ver las estrellas, buscando respuestas a preguntas que nunca se hizo.
El tiempo avanza, el reloj se lo dice despacio al oído. Sin embargo no puede hacer mas nada que estar ahí, observándolo todo sin querer hacerlo, esperando el fin de algo que nunca comenzó.
Solo ella y su desnudez se han quedado en la cama donde soñó y nunca compartió.