miércoles, diciembre 20, 2006

Luciérnagas

Llevaba el curso de Literatura como la mayoría de los que cursábamos el 3er ciclo. La hora era pésima para llevar un curso de esa naturaleza (de 1 a 4pm). Los temas eran interesantes pero a nuestro organismo más le interesaba dormir que escuchar la clase así que era una lucha terrible para mantenernos despiertos.

Leí cosas buenas y graciosas. Recuerdo algo del burro flautista y la sirena ninfómana, frase con la que mis compañeros empezaron a hacer hora; me parece que el libro se llamaba "La sonrisa de mi madre" y como no soy buena recordando nombres no lo aseguraré.

El más grato recuerdo aparte de tirarme al piso para hacer una pieza creativa sobre el romanticismo fue haber tenido por examen final el análisis de "Luciérnagas". No porque haya sido fácil. De hecho lo fue porque me gusto bastante la obra de Ana María Matute que hasta me sentí protagonista de ella. Escribí mi informe y me gusto, me sentí satisfecha de él. No era wow pero era algo con lo que me identificaba y sobre todo donde fui sincera.

Hace poco recordé haberle prestado mi libro a un amigo y se lo pedí. Desde ahi empece de nuevo con la lectura. Eso trajó a mi pensamiento el análisis. Un punto en especial. Un texto que escribí, lo he revisado y me sigue gustando. Fui yo cuando lo escribí, cuando lo saqué del pensamiento para plasmarlo. Fui yo, pero no sé sin aun lo soy...


8. Utilizando como referencia el manejo de la descripción de la autora, describa un personaje y una situación.

Personaje:

Llevaba usualmente un chaleco azul muy pasado de moda. Una bolsa beige siempre lo acompañaba en su andar. Su cuerpo blanco y delgado era más liviano que su bolsa. De vez en cuando sacaba su cámara para capturar algún momento que su pensamiento no podría hacerlo. Al caminar dejaba un halo muy delgado de ilusión. La misma con que sus ojos pardos veían todo. Aquella ilusión que lo movía a seguir adelante. Siempre con la cámara en mano. Cada vez que hablaba era como si recordara algún paisaje que sí grabo en su mente. Tranquilo en su andar y conversar pero inquieto en sus pensamientos. Mas que un joven era un niño con ganas de descubrir, sorprenderse y atrapar toda la maravilla del mundo en una cinta de video. Al final del día, de todos los días, se echaba en su cama a recordar. Recordaba cada imagen de su grabadora y la sensación que le trasmitía. Recordaba para no perder su vida como lo hizo antes. Escribía sus aventuras en un desgastado cuaderno que llevaba con honor. Como recordaba su presente también recordaba su pasado, un pasado del que nunca habló. Lloró por él antes de acostarse como toda noche y al día siguiente volvía a buscar nuevas sensaciones que si valieran la pena recordar.

Situación:

Había empezado a llover cuando decidieron ocultarse bajo las graderías de la plaza de toros. Eran los únicos que, como turistas, no llevaban mucha protección así que se juntaron en un gran abrazo para calentarse. En ese momento no solo sintió la piel suave y delicada de él sino también el afecto que no había recibido hace mucho y se acerco más. Parecía que él había visto en aquellos cabellos ensortijados, ahora mojados, un mundo en donde perderse. Y permanecieron ahí, por mucho tiempo. Si alguien pasó por su lado no se percataron. Estaban tan cómodos sintiendo lo que el otro sentía que no querían que aquella lluvia parase. Su rostro, aquella cicatriz que lo marcaba, hasta el color del chaleco quedó fijado en ella y por un momento no se sintió mas ella. Era libre de ser, de sentir. Él también lo sentía así. Ya habían huido de esa realidad juntos, al tomarse de la mano, al abrazarse. Sin moverse mucho se alejo de él como para tener otra perspectiva de la imagen que iba a recordar toda su vida. Pensaba en la felicidad, en sus papás y en la ilusión del amor pasajero, quería que todo eso en ese momento no existiera en su cabeza, pero ahí estaban dilatando cada vez más su incredulidad. Solo cerró los ojos y ya eran uno, aquellos pensamientos desaparecieron. El empezaba a creer en el amor de su vida cuando sintió que la lluvia había cesado. Era hora de regresar al centro. Era hora de dejar las ilusiones por un momento. De empezar una nueva vida juntos. Tan juntos como tan distantes. Tan turistas de sus vidas.

(Luciérnagas de Ana María Matute narra la historia de Sol que vive en la época de la guerra civil española. Pierde a su padre, su hermano cambia su manera de ver las cosas y su mamá se hunde en la depresión. Le toca enfrentar a la realidad de la cual siempre la protegieron y así conoce a Cristian, un joven distinto y a la vez igual a ella. Muy buena, una redacción sencilla pero cautivadora. Se pasea entre la línea del romanticismo y el realismo)

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